miércoles, 29 de enero de 2014

Nota Clarín: Una opción ecológica para la higiene femenina

Una opción ecológica para la higiene femenina

POR SILVINA DELL'ISOLA / PARA CLARÍN BUENA VIDA


Se trata de una alternativa sustentable a las toallitas absorbentes y tampones. Se adapta a cada biotipo femenino y es segura, reutilizable y 100% hipoalergénica.
16/01/14 - 12:54


Clarisa Perullini y Luciana Comes no se conocían pero eran usuarias desde hacía varios años de las copas menstruales. Descubrieron este producto de higiene femenina que se comercializa con éxito en Europa desde hace décadas por comentarios de amigas o durante viajes al exterior.
Lo probaron, lo adoptaron sin dudarlo, y el día que coincidieron en una conferencia sobre menstruación y género, en febrero del 2011 no sólo sintieron empatía instantánea y absoluta, sino que decidieron algo que entonces pudo sonar a locura: asociarse para fabricar la primer copita menstrual argentina.
Maggacup nació como alternativa ecológica y sustentable al uso de toallitas absorbentes y tampones. Se trata de un dispositivo realizado en silicona atóxica y 100% hipoalergénica que se introduce plegado en la vagina en donde se abre y adopta una forma de cáliz que luego contiene el flujo menstrual.
No se siente ni se ve, se vacía con menos frecuencia que la que se necesita para cambiar otro tipo de artículo de higiene femenina, permite hacer actividades físicas sin molestias, incluso deportes acuáticos, y se puede dormir con ella.
Es higiénica, segura y sobre todo reutilizable. “La copa permite una nueva mirada acerca de lo que es el ciclo -explica Clarisa, psicóloga clínica de 35 años-. Utilizarla implica un acto muy ligado al respeto hacia el propio cuerpo y hacia la naturaleza en su conjunto”.
La emprendedora cuenta que la había adoptado para uso personal hace siete años luego de que una amiga a la que le generaban alergias los productos tradicionales se la recomendara. “Me convenció por los beneficios que ofrecía en términos de salud, por lo inocuo de la silicona y por la no generación de residuos. Este último punto fue clave ya que reciclo desde hace muchos años. De golpe se me abrió el interrogante sobre los materiales con los que están fabricadas toallitas y tampones y cuál era el destino de los mismos luego de su uso. Descubrí que una mujer consume un promedio 15.000 unidades entre unas y otros a lo largo de toda su vida fértil, lo que genera billones de toneladas de basura en todo el planeta”.
Su socia Luciana, una actriz de 37 años volcada al área de producción y gestión de proyectos agrega: “No sólo tomé conciencia de los residuos que estaba originando y del tiempo que me llevaba ocuparme de mi ciclo sino que además cambió mi relación con mi propia menstruación por lo cómodo, práctico e higiénico del producto”.
Tras dos años de investigación, desarrollo y búsqueda de proveedores calificados y luego de cumplir con todos los requisitos legales y técnicos indispensables y obligatorios, Maggacup comenzó a fabricarse en una planta del partido de San Martín. Salió a la venta en septiembre de 2013, hace menos de cuatro meses, y superó las previsiones iniciales de comercialización en un 800%.
La inversión fue de $200.000, con algunos pormenores que Clarisa explica: “La clave de una cifra tan baja fue la solidaridad de personas que voluntariamente y ad honorem nos brindaron su conocimiento, tiempo y experiencia en diversas áreas. Además, recibimos apoyo financiero de Equitas Ventures, una Sociedad Anónima fundada para crear y administrar proyectos que contribuyan a financiar a empresas argentinas con impacto en el desarrollo sustentable”.
Las primeras copitas menstruales de producción nacional se venden a 250 pesos. Las mujeres aseguran que este costo se amortiza en seis meses y que la utilidad del producto es de un mínimo de cinco años.
Además de reducir los “residuos menstruales” en un 99%, el emprendimiento impulsa el desarrollo de una cadena de valor inclusiva: el empaquetamiento, por ejemplo, se realiza en el taller protegido Red Activos, que emplea a personas con discapacidad.
Luciana tranquiliza a quienes desconfían de algo tan innovador o no se animan a probarlo: “Su diseño fue estudiado por un equipo técnico y el resultado fue un dispositivo totalmente ergonómico que permite una buena adaptación de la copa a cada biotipo femenino. Está diseñada para que no haya fugas de flujo y otra de sus bondades es la inhibición del crecimiento de bacterias porque la sangre recolectada no toma contacto con el oxígeno ni con la parte exterior de la vagina”.
Las chicas trabajan con una red de 30 vendedoras en distintas ciudades del país y en algunos puntos de venta directa como mercados y locales orgánicos o centros de yoga.

Más info: https://es-es.facebook.com/Maggacup.



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