martes, 17 de junio de 2014

El cambio se produce como resultado de millones de pequeñas acciones


 
A partir del siglo XIX en post un presunto crecimiento económico y bajo la efervescente Revolución Industrial el mundo se transformaba y comenzaba a perfilarse un nuevo tipo de sociedad.

En la construcción de un modelo de producción y consumo basado en el uso masivo e incontrolado de los recursos del planeta, se fueron creando constantemente nuevas necesidades. Así las personas se alejaban de su propia esencia y espacio natural, y tanto los saberes como las experiencias de la generosa madre tierra se diluían, mientras se instauraba un estilo de vida lineal, priorizando el consumo acelerado y la consigna de “usar y tirar”.


En poco tiempo, este escenario significó  no sólo la degradación y agotamiento del medio ambiente sino una realidad agobiante para las comunidades generando innumerables problemáticas sociales: desigualdad de oportunidades, opresiones e injusticias.
Específicamente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, indica que el 20% de la población mundial utiliza el 80% de los recursos disponibles del globo.El nivel de consumo llegó a su tope y la tierra da señales de su sufrimiento. 
 
¿Qué hacemos por la tierra nuestro hogar?


En el día a día, las mujeres del SXXI podemos marcar el rumbo hacia un mundo mejor. Según diversos estudios de mercado  las mujeres son
las principales decisoras a la hora de realizar cualquier compra que directamente les interese y también a la familia. Por eso, con nuestra elección y manera de consumir tenemos el poder impactar de manera positiva en el medio ambiente y la sociedad. Nuestra participación es clave para darle empuje a la nueva economía que redefine el mercado lineal y promueve conceptos y valores como: Consumo Responsable y ético, Comercio Justo, Producción Sostenible, Negocios Inclusivos.



Consumir con cuidado y respeto



La consigna es empezar por casa, en el intercambio de cada cosa que compramos cuestionarnos las condiciones laborales y de producción de quien lo hizo, conocer las materias primas y el recorrido de lo que vamos a utilizar antes de que llegue a nuestras manos.

Desde el manejo de la economía familiar, podemos contribuir de manera positiva con el medio ambiente y la sociedad, al elegir productos amigables con la naturaleza, fabricados de manera digna que generen inclusión social, al priorizar mercados y ferias que promuevan el trabajo de emprendedores sustentables, locales, artesanales.

En acciones concretas, haciendo un uso racional de los recursos naturales, en cuestiones que parecen mínimas como apagar las luces que no necesitamos o cerrar la canilla cuando nos lavamos los dientes. Clasificando los residuos en origen, priorizando materiales reutilizables.
En tus días de luna eligiendo alternativas a los productos desechables, como la copa menstrual Maggacup que evita generar desechos y la tala de árboles.

Desde la toma de conciencia de nuestros pequeños actos fortalecemos nuestro poder trasformador para estar en armonía con la tierra y las personas, como la mejor forma de preservar la vida en el planeta.
 
¿Cuáles son tus hábitos de consumo responsable?


No hay comentarios:

Publicar un comentario