Desde el año pasado, la copa menstrual tiene por fin fabricación nacional. Promovida por dos emprendedoras independientes, Maggacup es una alternativa cómoda, práctica y sustentable que permite reducir los desechos generados por las mujeres durante la menstruación en un 99 por ciento.
Muchas mujeres a lo largo y a lo ancho del planeta reemplazaron el uso sistemático de toallitas y tampones por la copa, un recipiente de silicona hipoalergénica reutilizable, muy cómodo y práctico, que recoge el sangrado menstrual en vez de absorberlo. Y lo hicieron por motivos diversos, que van desde alergias e incomodidades con los productos tradicionales a una toma de conciencia en relación con las toneladas de desechos que producimos si calculamos que, a lo largo de nuestra vida fértil, llegamos a gastar más de 15 mil apósitos. Una cifra altísima, que se traduce en montañas de basura, y todo esto sin calcular cuánto dinero sale de nuestros bolsillos para comprarlos.
Si bien la copa menstrual tiene su historia y son varias las marcas en todo el mundo que la comercializan –a la venta por fuera del circuito de farmacias y supermercados, con una fuerte difusión de boca en boca y por Internet–, hasta el año pasado era casi imposible conseguirlas en el país. Las mujeres que la utilizamos hace tiempo siempre teníamos que esperar que algún conocido las trajera de afuera, y enfrentarnos al desconocimiento de las ginecólogas locales si teníamos alguna duda sobre su uso. Ahora todo esto parece ser parte del pasado gracias a la iniciativa de Clarisa Perullini (psicóloga, 36 años) y Luciana Comes (actriz y emprendedora, 37 años), quienes desarrollaron la versión vernácula de la copa, a la que llamaron MaggaCup. Lanzada en septiembre pasado, la Magga nace del deseo de estas dos mujeres de convertirse en divulgadoras al mismo tiempo que adoptan la copa para cada menstruación. La necesidad de transmitirles su experiencia a otras y facilitarles el producto sentó las bases de una investigación que llevó dos años hasta dar con una cadena de valor sustentable para realizarlas acá, desde la importación de la materia prima de Alemania y la elaboración de la matriz, al control de cada proveedor y la creación de puestos de trabajo. Al mismo tiempo, generaron una red de profesionales médicos que dan soporte a las usuarias, y que avalan el producto, como Dora Barrancos (una de las directoras del Conicet) y la Dra. Ana Coll (miembro de la Sociedad Argentina de Obstetricia y Ginecología), entre otros especialistas y empresarios, y crearon una red de distribución.
“Nosotras consideramos a Maggacup como la excusa para crear un proyecto que trasciende al producto, apostamos a una causa social y educativa donde se le propone a la mujer conectarse de manera consciente con su período menstrual y que sin duda se inicia en el cambio de hábito de la higiene menstrual femenina y en el cuidado del medio ambiente, porque es un producto reutilizable que reduce los residuos generados en un 99 por ciento”, dicen entusiasmadas, y anuncian también un acuerdo con Banco de Bosques, por el cual por cada copa vendida se salva del desmonte un metro cuadrado de selva misionera. “El proyecto social y educativo de MaggaCup radica en la creación de contenidos en lo referido al ciclo menstrual y la ecología. Nos importa sensibilizar a las usuarias en relación con las toneladas de residuos menstruales y el impacto que tienen. El trabajo que realizamos apunta a llegar a más y más mujeres, y que la copa sea accesible también para sectores más marginales de nuestra población, ayudando a que la variable económica no sea una barrera de entrada. Creemos que las personas integrantes de este proyecto son las que realmente completan la cadena de valor. Por eso apostamos a que se forme una red de mujeres que a través del uso se sientan inspiradas a distribuir MaggaCup en sus lugares de residencia”, agregan.
Para más datos, en la web hay videos-tutoriales, respuestas a preguntas frecuentes y links para ponerse en contacto con revendedoras. La Maggacup viene en dos talles (de acuerdo con la edad y si tuviste o no un parto natural), tiene una perdurabilidad de 5 años y sale 300 pesos, que se amortizan rápidamente. Desde acá, aconsejamos que le den una oportunidad, y que tengan paciencia hasta familiarizarse con su uso.